El Cosmopolita: ¿Un Edén Gastronómico en Decadencia o un Paraíso Recuperable?
Como buenos sibaritas que somos, nos encanta complaceros. Y como bien sabéis, uno de vuestros platos favoritos es la crítica gastronómica. Hoy nos sumergimos en un lugar que prometía ser un edén culinario: el Restaurante del Cosmopolita de Platja d'Aro.
¡Ah, el Cosmopolita!
Un nombre que evoca sofisticación, lujo y, por supuesto, un arroz que según cuentan, es digno de reyes. Y es que, la fama de este restaurante precede a su sabor. Pero como buenos críticos gastronómicos, no nos conformamos con los rumores, así que decidimos investigar por nuestra cuenta.
Y para ello, tuvimos que adentrarnos en el laberinto de un servicio al cliente que, cuanto menos, es peculiar. Eduardo, el jefe de sala, es un personaje digno de una novela de Dickens. Su pasión por el detalle es tan grande que a veces parece estar dirigiendo una orquesta sinfónica en lugar de un restaurante. Cada camarero es una nota musical en su partitura, y cada plato, una sinfonía de sabores.
Pero, ¿no será que en este afán por la perfección, se está olvidando de lo esencial?
El Cosmopolita es mucho más que un restaurante. Es un universo en sí mismo. Su Beach Club es un oasis de tranquilidad en la Costa Brava, donde puedes disfrutar de un cóctel mientras contemplas el mar o deleitarte con un menú que te transporta a otros lugares. Boadas, nuestro experto en placeres culinarios, lo describe como un lugar donde el tiempo se detiene. Y es que, la calidad de los productos y la exquisitez de los platos son innegables.
Sin embargo, en nuestra última visita, notamos un ligero desequilibrio. El Cosmopolita parece estar perdiendo un poco de su magia. Los detalles, esos pequeños gestos que marcan la diferencia, están empezando a desdibujarse.
Las velas ya no brillan con la misma intensidad, las flores parecen marchitas y el polvo se acumula en rincones insospechados. Es como si el Cosmopolita se hubiera dormido en los laureles, confiando en su reputación pasada.
Y es una pena, porque este lugar tiene un potencial enorme. Con un poco de cariño y atención, podría recuperar su esplendor de antaño. Pero para ello, necesita recordar que la excelencia no es un destino, sino un viaje continuo.
El arroz negro del Cosmopolita es una leyenda local. Su tinta de calamar, su punto de cocción y la generosa ración hacen de este plato una experiencia inolvidable. Pero no es el único protagonista: las paellas marineras, los fideuás y los arroces a banda también merecen una mención especial. Y para los que prefieren la carne, el chuletón a la piedra es una apuesta segura. Las raciones son generosas, perfectas para compartir y disfrutar en buena compañía.
En resumen:
- El Cosmopolita: Un lugar con una propuesta gastronómica sólida y un ambiente único.
- Eduardo, el jefe de sala: Un personaje excéntrico y apasionado, pero que a veces se pierde en los detalles.
- El Beach Club: Un oasis de tranquilidad con vistas al mar.
- La comida: De alta calidad, pero con algunos detalles a mejorar.
- El servicio: Atento, pero con un toque demasiado formal.
- El ambiente: Necesita un lavado de cara para recuperar su esplendor.
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