5, 10, 15 minutos ¡Un Chuleton en el Txots!
¡Saludos, queridos gourmands!
Hoy, sus intrépidos reporteros gastronómicos se adentran en las brasas del Sidrería Txots Girona, un templo carnívoro donde el chuletón es rey y la sidra fluye como un torrente.
Mi compañero de aventuras, el ilustre Boadas, y yo llegamos con el estómago rugiente y la curiosidad a flor de piel. El menú de chuletón para compartir nos llamaba como una sirena a un marinero en alta mar. Pero ¡oh, sorpresa! Una cola de hambrientos gourmands serpenteaba por la puerta.
El local, a rebosar.
Mientras esperábamos, el frío invernal de Girona calaba los huesos de Boadas, más acostumbrado al cálido sol mediterráneo. Yo, curtido en mil batallas gastronómicas, me sentía como en casa. El aroma a fuego y madera, junto con el espectáculo de los comensales devorando sus platos con una mezcla de finura y voracidad, solo conseguía aumentar nuestra ansiedad, y ver todo eso gratis...
5 minutos... 10 minutos... 15 minutos... Boadas, al borde del colapso, amenazaba con desertar en busca de un plato de paella, necesitaba proteínas, tanto entrenamiento, con dieta no es bueno. Justo cuando la desesperación se apoderaba de nosotros, un grito resonó en el local: "¡JOOOOOOAQUIIIIIIIMMMMM!".
Éramos nosotros. Habían pronunciado nuestros nombres. La salvación había llegado.
Nos condujeron a una mesa... diminuta. Entre los tres teléfonos móviles y las llaves de todos los juzgados de España que porta el Profesor Boadas (uno nunca sabe cuándo tendrá que impartir justicia culinaria), apenas quedaba espacio para dos vasos de agua. Añadan a esto dos vasos de sidra, dos copas de vino tinto, y nuestras chaquetas, y tendrán una idea del caos que reinaba en nuestro pequeño rincón. Parecía que estábamos a punto de celebrar una fiesta universitaria en un McDonald's.
Pero entonces, llegó el servicio, y la situación dio un giro de 180 grados. Nuestro camarero, un tipo encantador con un bigotillo de los años 60, nos atendió con una amabilidad y un humor que desarmaban. Descubrimos que era alemán, pero que no hablaba el idioma. Un misterio digno de Sherlock Holmes.
El jamón llegó acompañado de una ensalada monumental. Perfecto. Maravilloso. Lástima que no pudiéramos ni apoyar los codos en la mesa, pero ya saben, la buena educación ante todo.
Y entonces, apareció él.
El chuletón, la amante perfecta para un viernes...
Una bestia magnífica, cocinada a la perfección.
Uno de los mejores que he probado en mi vida. Pero, como la mesa seguía siendo un campo de batalla, decidí colocar la piedra caliente cerca de Boadas. Así, mi querido amigo, además de disfrutar de la carne, pudo disfrutar de una sauna facial improvisada.
¡Dos experiencias en una!
Cuatro Llamas y Cuatro Tenedores:
Llamas altas y tenedores afilados, queridos gourmands. El Txots nos conquistó con su chuletón de campeonato, su servicio atento y su ambiente animado. Un lugar donde la experiencia gastronómica se vive con intensidad, aunque a veces haya que hacer malabarismos con los cubiertos y esquivar las llaves de los juzgados. ¡Recomendable sin duda!
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