¡Surrealismo en el plato! Una experiencia daliniana en el restaurante Viatge de Cadaqués
Tras una intensa inmersión en el universo onírico de Dalí en su museo de Cadaqués, Boadas y yo nos retiramos a descansar, con la cabeza llena de relojes blandos y langostas telefónicas.
Poco imaginábamos que la aventura surrealista continuaría al día siguiente, pero esta vez en forma de festín culinario.
Nuestra anfitriona, la incansable Rachida Boutriq, dueña de la mítica Chic de Roses (donde las noches se transforman en días y los días en noches), nos invitó a comer al Viatge, un restaurante ubicado en una de las mejores zonas de Cadaqués, con vistas privilegiadas al mar.
Con la expectativa a flor de piel, nos sentamos a la mesa, dispuestos a dejarnos sorprender. Y la sorpresa no se hizo esperar. Para empezar, unos mejillones exquisitos con una salsa que nos transportó directamente al paraíso de los sabores. "¡Divinos!", exclamó Boadas, con los ojos brillando de emoción.
A continuación, unas unas alcachofas asombrosas, cocinadas con una maestría que nos hizo cuestionar nuestra propia existencia.
"¿Pero cómo es posible que una simple ALCACHOFA pueda estar tan buena?", me pregunté, con la mente aún aturdida por la experiencia daliniana.
Y para culminar, el plato fuerte: un solomillo belga, preparado por el mismísimo dueño del Viatge, un auténtico maestro parrillero.
La carne, tierna y jugosa, se deshacía en la boca como un sueño. "¡Esto es una muerte en vida culinaria!", declaró Boadas, sin pudor alguno. (ALGO MUY RARO, SIENDO EL MUY LETRADO, y que siempre está comiendo muy VIVO)
No puedo describir con palabras la experiencia gastronómica que vivimos en el Viatge.
Fue un auténtico festín para los sentidos, una explosión de sabores y texturas que nos dejó completamente extasiados. El servicio, impecable, y el ambiente, elegante y acogedor, contribuyeron a crear una atmósfera perfecta.
Sin duda, el Viatge se ha ganado un lugar especial en nuestros corazones (y en nuestros estómagos). Por eso, le otorgamos la máxima puntuación:
🔥 Cinco Llamas y Cinco Tenedores: ¡Incendio en la cocina! (Pero del bueno). Un festín para los sentidos. Experiencia sublime, servicio impecable, técnica perfecta y creatividad desbordante. Un lugar para volver una y otra vez (si el bolsillo lo permite).
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