Tropical Salou: Un oasis de hedonismo (y amistad) en la Costa Dorada
¡Ay, Salou! Tierra de contrastes, donde la belleza mediterránea se codea con el desenfreno turístico. Pero en medio de este maremágnum de sombrillas, chiringuitos y turistas despistados, existe un oasis de hedonismo, un lugar donde la gastronomía se eleva a la categoría de arte y la amistad se celebra con pasión: Tropical Salou.
Y si hay un nombre que resuena con fuerza en este templo del buen gusto, ese es Hilario. Amigo, hermano, confidente, un anfitrión extraordinario, fuera de serie. Hilario es de esas personas que te hacen creer en la bondad humana, que te regalan una sonrisa y te hacen sentir como en casa. De lo más extraordinario que hemos conocido, sin duda alguna.
Hace unos días, Hilario nos invitó a Boadas y a mí a visitar su reino, a disfrutar de una experiencia gastronómica inolvidable en su restaurante, que por la noche se transforma en una discoteca vibrante.
Boadas, con su apetito voraz (siempre lleva dos uvitas y un albaricoque en el bolsillo para picar entre horas), casi me tira al suelo al ver los platos servidos en la mesa. Es un señor, por supuesto, pero cuando tiene hambre, le cuesta mantener la compostura. Yo, en cambio, soy de buen comer al mediodía, pero por la noche prefiero algo ligero (además de ser alérgico al pescado, lo que siempre complica un poco las cosas).
Al llegar a la meca culinaria de Salou, el gran Hilario nos recibió con los brazos abiertos. La comida, simplemente perfecta. El vino, extraordinario. El ambiente, acogedor y elegante. ¡Qué gran hombre es Hilario, por Dios! Su generosidad y amabilidad no conocen límites.
🔥🔥🔥🔥🔥 Cinco Tenedores: ¡Incendio en la cocina! (Pero del bueno). Un festín para los sentidos. Experiencia sublime, servicio impecable, técnica perfecta y creatividad desbordante. Un lugar para volver una y otra vez (si el bolsillo lo permite).
Y mi culto y devoción a Hilario, eterna. Porque Tropical Salou no es solo un restaurante o una discoteca, es un lugar donde se celebra la amistad, la alegría de vivir y el placer de la buena mesa. Gracias, Hilario, por compartir tu paraíso con nosotros.
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