Una experiencia "ascensoril" en Arròs9 Girona: ¿Ópera, soplete y dolor de estómago?

 Mis queridos gourmands, hoy les narraré una aventura gastronómica con más subidas y bajadas que una montaña rusa. Todo comenzó con la recomendación : "Tenéis que ir a Arròs9 Girona, ¡son expertos en arroces!". Y como a un servidor le pirran los arroces (y las aventuras), allá que nos dirigimos, con la ilusión de un niño en una tienda de caramelos.

Al llegar al local, nos encontramos con una recepción peculiar: un ascensor que, cual carruaje mágico, nos transportaría a nuestro destino gastronómico. Un amable camarero nos acompañó en el viaje, y debo decir que el trayecto fue más emocionante que muchos de los que he hecho en avión.

Una vez en la mesa, nos topamos con el primer obstáculo: la carta en formato QR. Entiendo que la tecnología avanza, pero a veces echo de menos el placer de hojear una carta de papel, de esas de toda la vida. 

Con mis ojos ya no tan jóvenes, descifrar el código QR se convirtió en una tarea titánica.

Observando mi lucha, el camarero se acercó con una sonrisa y me ofreció una solución inesperada:

 "Si lo desea, puedo cantarle la carta". 

 ¡Un camarero cantante! 

 Pensé que era una broma, pero el hombre iba en serio. Con un guiño cómplice, le pedí que lo hiciera en plan ópera. Las risas inundaron el local, y hasta el chef asomó la cabeza por la cocina, intrigado por el espectáculo.


Entre carcajadas y arias improvisadas, pedimos una paella de setas y cerdo. Debo admitir que estaba muy buena, con un sabor excelente y un punto de cocción perfecto. Sin embargo, el momento del flambeado me dejó un poco perplejo. Soy un clásico, un romántico del flambeo tradicional, con su cognac ardiendo y su aroma embriagador. Pero en Arròs9 van a la vanguardia: el camarero apareció con un soplete, cual soldador gastronómico, y flambéo la paella con una precisión quirúrgica.

Con el estómago ya reconfortado, me dispuse a buscar el baño. Bajé en el ascensor, subí de nuevo... pero se me había olvidado a qué planta me habían llevado. Tras un rato deambulando como un alma en pena, finalmente di con mi mesa. Mi acompañante en el arroz, entre divertida y preocupada, me recibiero con un "¿Te has perdido en el espacio-tiempo?".


Al final del día, un fuerte dolor de estómago me recordó mi aventura en Arròs9. No puedo evitar culpar al soplete. Tal vez las emanaciones químicas resultantes de la combustión... o quizás fue la emoción del momento. Quién sabe.

En resumen, Arròs9 es un restaurante correcto, con una paella de setas y cerdo muy sabrosa y un servicio amable y eficiente. 

 Sin embargo, el exceso de tecnología, el flambeo con soplete y mi posterior malestar estomacal me dejaron un sabor agridulce. Por eso, le otorgamos:

🔥🔥🔥 Tres Llamas y Tres Tenedores: Fuego lento y tenedores correctos. Correcto, sin más. Platos bien elaborados, pero sin grandes alardes. Servicio eficiente y ambiente aceptable. Puede que no lo recordemos mañana, pero hoy hemos comido bien.

ARTÍCULO DE JOSE M. CASTELO-APPLETON

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