Mis queridos gourmands: Crónicas de chocolate con Don Gonzalo
Mis queridos gourmands, preparen sus paladares, no para un festín de exquisiteces culinarias, sino para un banquete de anécdotas, de esas que se saborean con la memoria y se maridan con una buena dosis de humor. Les hablaré de un encuentro fortuito, de esos que el destino, con su ironía habitual, coloca en tu camino cuando menos te lo esperas. Un encuentro que, como un buen chocolate caliente en un día frío, dejó una huella imborrable en mi vida. PARTE PRIMERA Pero antes, permítanme situarles en contexto. Corría el año 1989, una época en la que mi pasión por las artes marciales rozaba la obsesión. Como un Bruce Lee en ciernes, me pasaba los días entrenando, perfeccionando mis patadas voladoras y mis golpes de puño. Y mi lugar de entrenamiento predilecto era la Alameda de Santiago, ese pulmón verde que abraza la ciudad compostelana. Casi todos los días, salía de casa de mis padres, "trompas arriba, virgen de la cerca" , como decimos por aquí, y me dirigía a la Alameda para...